domingo, 4 de abril de 2010

No soy fideo

No es que me guste o no me gusten las etiquetas, es que simplemente no puedo mantenerme detrás de ninguna. Siento que hasta mis más profundas características de vez en cuando mutan, saltan o juegan a ser otras y contrarias.
Nací bajo un color de piel, bajo una especie; aún así a veces me voy de lo humano a lo animal, aún así hay días en que soy más negra y otros no.

No tengo una búsqueda, tengo un camino. Tramos que proyecto y tramos en que ando. Tramos en que solo camino, y algunos en que corro. Corro y camino, y me detengo, y la ley de la inercia no respeto; y a veces giro.
Me soy tan familiar, y me conozco, pero hay tiempos en que me olvido y no me veo.

He aprendido rápido cosas hermosas, y he olvidado el tiempo en que aprendí las cosas terribles. El tiempo me es tan relativo, hasta la indiferencia.
Siendo madre, me ha educado mi hija; y siendo hija, he retado a mi madre.

No me atrevo a preguntarme: ¿Quién soy?, porque es mi camino lo que nombro, y no lo nombro lo transito, como única ley que me permito, como la verdad que me contiene.

Soy un bagaje de estructuras flexibles, que se mueve frente a terremotos y se eleva en los diluvios; pero a veces quiebro, a veces hago agua, y a veces me despierto.
Sueño que soy yo, y me duermo y soy los otros. Soy los otros, cuando mi ego me abandona, y frente a los otros camina mi ego.

Intermitente como la exhalación de mis pulmones: vivo. Surjo, levanto, caigo, ruedo, muero, renazco, tropiezo, patino, acelero y me detengo. Continuo, en una procesión no aritmética de actos incesantes y sin patrón. El caos lo llevo dentro y en el caos me ordeno, me aprendo, y me engendro.

Y algún día, alguien escribirá una oración en mi lápida, y me encontraré encerrada entre el comienzo y el punto final de esa oración, ya no seré libre, pero tampoco fideo.

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